Evaluar con el corazón : de los ríos de las teorías al mar de las práctica / Miguel Angel Santos Guerra
Material type:
TextSeries: EducaciónPublisher: Rosario : Homo Sapiens 2017Edition: Primera edición ; sexta reimpresiónDescription: 182 páginas : tablas, ilustracionesContent type: - texto
- no mediado
- volumen
- 978-950-808-952-6
- 371.1 S237e 21
| Item type | Current library | Collection | Call number | Status | Notes | Date due | Barcode | |
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Central Circulación | Colección General | 371.1 S237e (Browse shelf(Opens below)) | Available | Proyecto UPA 2295 - Convenio de Desempeño | 2025-0395 | ||
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San Felipe Circulación | Colección General | 371.1 S237e (Browse shelf(Opens below)) | Available | Proyecto UPA 2295 - Convenio de Desempeño | 2025-0396 |
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Incluye bibliografía
I Parte. De los manantiales donde nacen los ríos -- II Parte. De los ríos que van al mar - III Parte. Del mar donde desembocan los ríos
La evaluación que se realiza en las escuelas no tiene lugar en la estratósfera o en una campana de cristal. Se realiza en un contexto que hoy está inmerso en la filosofía neoliberal, filosofía que contradice casi todos los presupuestos de la educación: individualismo, competitividad, obsesión por la eficacia, relativismo moral, hipertrofia de imagen...Por eso la evaluación debería ser un proceso contrahegemónico. Es más fácil dejarse arrastrar, pero la corriente solo se lleva a los peces muertos.La evaluación, que podría utilizarse de forma prioritaria para comprender, para mejorar, para dialogar, para motivar y para potenciar la calidad del aprendizaje, se está utilizando para medir, para comparar, para clasificar, para controlar y para jerarquizar.
La evaluación es como un cuchillo. Se puede utilizar para salvar a las personas y liberarlas de las cuerdas de la ignorancia y de la opresión, pero también puede utilizarse para herir y matar.Por eso es decisivo ahondar en el sentido ético de la evaluación.Hablamos de la evaluación educativa porque debe educar a quién la hace y quién la recibe.Hay muchos sentimientos en el proceso evaluador. Se suele evaluar con la cabeza, dejando al margen el corazón, tanto de los evaluados como de los evaluadores. Se debe evaluar, también, con el corazón.
